La preocupación por el impacto ambiental de los plásticos de origen fósil ha generado un creciente interés en alternativas más sostenibles en los últimos años. Según la Estrategia de la UE para el plástico en una economía circular, la clave a la hora de incorporar estos materiales a la cadena de producción ha de ser la circularidad. En este sentido, hay dos opciones que han ganado bastante popularidad: los bioplásticos y los plásticos compostables. Aunque puedan parecer lo mismo, no es así: por una parte, nos fijamos en el origen y, por otra, en su biodegradabilidad.
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Bioplásticos o plásticos de origen vegetal
Los plásticos biobasados o bioplásticos son aquellos que se obtienen a partir de fuentes vegetales y renovables como el maíz, la fécula de patata o la caña de azúcar.
De estas materias primas se pueden obtener polímeros o plásticos vegetales que reúnan las mismas propiedades químicas y físicas que los plásticos de origen fósil, pero con un impacto menor sobre el medioambiente.
Sin embargo, esto no quiere decir que tengan que ser necesariamente biodegradables: es crucial también desecharlos correctamente, en el contenedor amarillo.
Plásticos compostables
Cuando hablamos de plásticos compostables, ponemos el foco en su descomposición: este tipo de plásticos se convierten en compost orgánico a una velocidad similar a otros materiales orgánicos y no dejan residuos tóxicos.
No obstante, esto no significa que se puedan desechar en la naturaleza: deben ser tratados bajo condiciones específicas de temperatura y humedad en las plantas especializadas y para ello, han de depositarse en los contenedores marrones, de residuos orgánicos.
Los productos compostables -también los plásticos- tienen que venir marcados según la norma UNE-EN 13432, que indica que pueden ser tirados al contenedor de basura orgánica, como, por ejemplo, las bolsas de fruta, los filtros de café o algunos cubiertos desechables.
Bioplásticos y plásticos compostables: una oportunidad para impulsar la economía circular
La utilización de plástico en los envases de cartón para bebidas y alimentos es clave para la conservación de su contenido. Este 25% de polietileno y aluminio crea una capa que proporciona estanqueidad y protege los alimentos de la luz, el oxígeno y los contaminantes. Así, es posible preservar los alimentos y bebidas en perfectas condiciones hasta 12 meses sin necesidad de refrigeración, aditivos ni conservantes.
Uno de los compromisos de los socios de ACE, establecido así en nuestra hoja de ruta, es conseguir que el 100% de este material utilizado en los envases de cartón para bebidas y alimentos proceda de fuentes renovables. Esto contribuye a la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, en línea con las exigencias de la UE.