En 2050 el consumo a nivel mundial se habrá multiplicado por tres según Naciones Unidas, lo que supone que también la generación de residuos anual aumentará en un 70%: se alcanzarán las 3.400 millones de toneladas al año.

Si tenemos en cuenta, además, que la población mundial sigue creciendo (se prevé que para 2050 haya 9,7 millones de personas en la Tierra) y que los recursos son limitados, nos encontramos ante un problema que afecta a varios niveles, desde el medio ambiente y la salud hasta la propia economía.

Promover la reducción de residuos y el uso eficiente de los mismos a través de la reutilización y el reciclaje es clave para garantizar nuestra propia supervivencia.

Qué es economía circular

Con el término economía circular nos referimos a un enfoque económico y empresarial que tiene un triple objetivo:

  • Reducir la cantidad de desperdicios que se generan
  • Reutilizar materiales
  • Reciclar lo máximo posible

Este modelo de producción, además de enfrentar el desafío de maximizar la eficiencia de los recursos y minimizar el impacto medioambiental, crea empleo y valor añadido. Tanto es así, que la Organización Internacional del Trabajo estima que en 2030 la economía circular habrá generado 24 millones de puestos de trabajo en todo el mundo.

Aunque tan solo el 9% de la economía mundial se basa actualmente en prácticas de economía circular, según la Fundación Ellen MacArthur, ya podemos encontrar varios ejemplos que demuestran el éxito de adoptar este modelo de producción que abarcan desde proyectos tan grandilocuentes como The Circular Building’ en Ámsterdam, un edificio sostenible construido a partir de materiales reutilizados, al reciclaje de envases de plástico a nivel industrial y doméstico.

Además, las cifras son alentadoras: en 2021 se reciclaron 19,8 millones de toneladas de residuos según el estudio Grandes Cifras del Sector Reciclado de Residuos 2022 elaborado por la Comisión Research y Formación de IFMA España, un 3,3% más con respecto al año anterior.

Etapas de la economía circular

Frente al modelo de economía lineal basada en la extracción, producción, distribución, consumo y desecho, la economía circular propone no solo cerrar el ciclo volviendo al punto de partida tras la última etapa, sino optimizar el resto de las fases para huir de la idea de consumo a corto plazo y, así, garantizar la sostenibilidad de los recursos.

Es decir, en lugar de promover un crecimiento económico ilimitado, este modelo se enfoca en maximizar el valor de los recursos, diseñar los productos y materiales primando su durabilidad e impulsar la colaboración de los diferentes actores para lograr construir una economía más sostenible y duradera.

Las etapas de este modelo serían, por tanto:

  1. Elección responsable de materias primas. Esto implica eliminar tóxicos, usar de manera eficiente la energía, que esta proceda de fuentes renovables, priorizar recursos reciclados y/o reciclables, etc.
  2. Ecodiseño, que consiste en incorporar criterios de evaluación del impacto medioambiental de los productos así como una producción más eficiente.
  3. Producción de bienes y servicios responsable: reducción del consumo de energía, optimización de los materiales y reducción de los residuos.
  4. Distribución más sostenible, poniendo el foco tanto en el transporte como en el tipo de embalaje (si son reciclables, si pueden reutilizarse, si son más ligeros y ocupan menos espacio…).
  5. Consumo. Uso y utilización responsables, evitando el derroche y la acumulación, con productos que puedan reciclarse y/o reutilizarse o, en su caso, cuyo mantenimiento o reparación sea sencillo para alargar su vida útil.
  6. Reciclado. Reutilización de los componentes para que vuelvan a formar parte del proceso producto y gestión correcta de los residuos.

Así contribuyen los envases de cartón para bebidas a la economía circular

La industria de los envases de cartón para bebidas y alimentos es una pieza clave en la economía circular si tenemos en cuenta varios aspectos.

  • Estos envases se fabrican utilizando materiales renovables: un 75% de fibra de madera procedente de bosques gestionados de forma sostenible.
  • Son reciclables. Después de desechar estos envases en los contenedores amarillos, llegan a las plantas de reciclado donde se trituran y mezclan con agua para separar las fibras y comenzar su nueva vida como papel de embalar, bolsa de papel, caja de cartón e incluso muebles.
  • Son ligeros y resistentes (unos 27 gramos dan cabida a 1 litro de producto), lo que permite la eficacia en el transporte y almacenamiento. De esta manera, este tipo de envases contribuyen a reducir la huella de carbono en la cadena de suministro.
  • Evitan el desperdicio alimentario al conservar los alimentos en perfectas condiciones durante 12 meses y sin necesidad de conservantes, aditivos ni refrigeración.